
Amancaes: una flor que prevalece
Son las 09:00 am cuando el primer grupo de personas empieza su ascenso por el circuito que recorre las Lomas de Paraíso en el distrito de Villa María del Triunfo (VMT). A los pocos segundos, como por arte de magia, sus siluetas desaparecen entre la neblina y el manto verde alrededor. El ambiente alrededor es festivo, el evento de Apertura de la Temporada de Lomas en VMT ha atraído a visitantes de todas partes, quienes esperamos nuestro turno para poder ascender. Entonces, la joven guía de la Asociación Circuito Ecoturístico Lomas de Paraíso nos indica que es tiempo de iniciar y empezamos a caminar a través del sendero demarcado, que evita que pisemos las plantas que hace un mes vienen reapareciendo en los suelos. Las lomas son ecosistemas costeros, únicos de Perú y Chile, se caracterizan por su variabilidad a lo largo del año con una marcada temporada seca, donde los cerros se tiñen del color de la tierra; y una temporada húmeda, donde resurgen las plantas y flores que pintan todo de verde alrededor. En pocos minutos nos invade la sensación de convertirnos en peces respirando agua. Oímos el canto de las lechuzas y observamos suelos llenos de vida que contrastan con la gris y caótica ciudad de Lima. “En esta loma pueden encontrarse hasta 120 especies de plantas”, explica nuestra guía. Ante la afirmación, una compañera del grupo pregunta con curiosidad: “¿Y la flor de amancaes?”



Fotos: Nuria Angeles Tapia
El símbolo de la ciudad de Lima, la Flor de Amancaes o Amancay (Ismene amancaes), es una especie endémica de la región de la costa central del Perú. Una planta caracterizada por su preciosa y fragante flor amarilla, conformada por seis hojas muy abiertas, y en medio de ellas una campanilla del mismo color. Florece solo entre 2 a 4 días cada año, durante la estación de invierno, matizando las lomas de un color amarillo muy resaltante. Sin embargo, las áreas donde crece la flor son cada vez más reducidas presentando una pérdida anual promedio del 0.5% (PNUD,2022,15). Y es que el amancay puede considerarse como una especie vulnerable por la pérdida de su hábitat, la presencia de amenazas como el tráfico de terrenos y el turismo informal amenazan su existencia. Hay lomas en las que incluso ha desaparecido por completo. Por eso mismo, la pregunta de nuestra compañera es más que válida, muchos solo conocen la flor de amancaes por su nombre o por fotografías. Sin embargo, hubo un tiempo en el que no fue así.

Amancay. Foto: Nuria Angeles Tapia
“El pueblo de Lima le aprecia en sumo grado y celebra el 24 de junio una fiesta campestre en la pampa de Amancaes con ocasión de recoger sus brillantes y fraganciosas flores”, escribió el cronista y sacerdote Bernardé Cobo en el s.XVII. Su pasaje hace referencia a la desaparecida Fiesta de San Juan de Amancaes, un gran evento que tenía lugar en lo que hoy es la Urbanización el Bosque en el distrito del Rímac. Según el Ricón de la historia peruana del historiador Juan Pacheco Ibarra, esta fiesta tiene sus orígenes en tiempos de la colonia, cuando se descubrió la imagen de Cristo grabada en una roca y se erigió en el lugar la Capilla de San Juan. La fecha iniciaba con una peregrinación que congregaba a toda la sociedad limeña. Entre jinetes, música, platos típicos y bailes de zamacueca, las jaranas se prolongaban hasta bien entrada la madrugada. Si bien perdió vigencia con el paso de las décadas, el último intento de rescatar esta fiesta se dio durante el oncenio de Augusto B. Leguía (1919-1930), quien buscó integrar costumbres andinas en la celebración. Sin embargo, hacia los años 50, la expansión urbana hizo que los amancaes desaparecieran de la pampa, seguidos de la fiesta. Hoy, el evento vive únicamente en canciones y pinturas famosas, como el tema “Jose Antonio” de la cantautora Chabuca Granda (1920-1983) y las acuarelas del pintor Pancho Fierro (1807-1879). Lo cierto es que la flor de amancaes, y particularmente las lomas, tienen una larga relación con los habitantes de la Costa. Mientras seguimos ascendiendo entre la neblina, nuestra guía nos hace notar algunos de los restos arqueológicos presentes en las Lomas de VMT. Pinturas rupestres, construcciones con piedra, trampas para cacería e incluso restos cerámicos, son algunas de las evidencias de que la interacción entre los humanos y este ecosistema es incluso más antigua de lo que pensamos.



Estos y otros relictos en el camino pueden visualizarse gracias al trabajo de la Asociación Circuito Ecoturístico Lomas de Paraíso, una organización ambiental conformada principalmente por vecinas y vecinos del distrito de Villa María del Triunfo.

Una de ellas es Andrea Ledesma (34), joven lomera, miembro de la junta directiva y voluntaria desde el año 2014. Aunque su relación con la flor de amancaes empezó mucho antes de lo que ella creía. Su abuela materna y su madre llevan en sus apellidos la palabra “Amancay”. De origen quechua, esta es una de las denominaciones que distintos cronistas le dieron a la flor. Esta coincidencia genealógica pasó desapercibida durante mucho tiempo. Si bien Andrea vivió toda su vida cerca de las lomas, no fue sino hasta la universidad, donde un trabajo sobre turismo comunitario la acercó a relacionarse con el lugar. Allí encontró su propósito (o quizá su raíz). “Buscamos siempre afuera porque creemos que es ahí donde van a estar las oportunidades o donde vas a poder desarrollarte mejor y no miramos a donde todavía no hay nada o está incipiente. Es ahí donde tu aporte puede ser mayor y de más impacto”, cuenta al recordar sus inicios como guía turística en la zona.
En ese momento, la Asociación apenas tenía un año de conformación. Anteriormente las vecinas y vecinos del distrito habían trabajado solo en iniciativas particulares para conservarlas, crear caminos o reforestarlas. La creación del actual circuito ecoturístico por el que nos encontramos subiendo a buscar los amancaes, es en realidad resultado de años de esfuerzo individual y colectivo. Más tarde, estos esfuerzos se articularían a los de otras organizaciones locales ambientalistas para formar la Red de Lomas del Perú, una plataforma que centraliza los esfuerzos de diversas agrupaciones que protegen las lomas. Gracias a su trabajo y en articulación con actores del Estado, la academía y la cooperación internacional, lograron el establecimiento del Área de Conservación Regional Sistema Lomas de Lima a finales del 2019. Este reconocimiento protege a cinco Lomas de Lima: Ancón, Carabayllo 1, Carabayllo 2, Amancaes y Villa María; con una extensión total de 13,475.74 ha, que cruza 10 distritos de la capital.

Lomas de paraíso. Foto: Nuria Angeles Tapia
A pesar de este hito de conservación, Andrea y la Asociación siguen muy preocupados por las Lomas y los peligros que enfrentan quienes las defienden. La joven menciona el hostigamiento y amenazas que han sufrido algunos de sus compañeros por hacerle frente a traficantes de terrenos e invasores ilegales. Incluso han tenido que pedir garantías personales por sus vidas. Otro gran problema es la falta de fiscalización, pues desde que el espacio fue declarado parte de un Área de Conservación Regional (ACR), su ente rector es la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML). Sin embargo, su escasa presencia en Lomas de Paraíso la deja vulnerable ante la expansión de economías ilegales. Por ejemplo, de los 3 cuidadores con los que contaban, actualmente solo queda 1 para resguardar sus 650 ha de extensión. En la ruta del circuito ecoturístico nos invade por momentos el fuerte olor a humo y el sonido de cerdos alrededor. Estos provienen de las granjas y quemadores de basura que se han asentado ilegalmente alrededor de las Lomas de Paraíso. Por si fuera poco, en junio pasado la congresista Rosseli Amuruz, de Avanza País, presentó el Proyecto de Ley, que protege los derechos de posesión preexistentes en Áreas de Conservación Regional (ACR) y establece procedimientos de formalización. Según expertos, esto plantearía un retroceso en la conservación de las Lomas, ya que impide el desalojo de posesionarios que se ubican en zonas naturales protegidas y facilita su formalización ante el Organismo de Formalización de la Propiedad Informal (COFOPRI).
Desde la resolución del Ministerio de Cultura, que recortó el 42% de la Reserva Líneas de Nazca, hasta el Proyecto de Ley que busca permitir la extracción de hidrocarburos dentro de áreas naturales protegidas (PL N° 11822/2024-CR), estas y otras iniciativas son parte de un desfile que lleva años buscando debilitar a las áreas protegidas en el Perú. Para Roobert Jimenez, un biólogo peruano que ha dedicado su vida al estudio del amancay y el ecosistema de Lomas, el mundo se ha vuelto al revés. El especialista recuerda con nostalgia cómo, hace solo unos años, la flor de amancaes recibió un influjo de popularidad gigante. Primero fue el símbolo de los XVIII Juegos Panamericanos de Lima (2019). Luego, se declaró la aprobación del ACR, e incluso empezó a aparecer en los billetes de 10 soles. Lamentablemente, la pandemia del COVID-19 no solo interrumpió ese impulso, sino que de alguna manera facilitó el crecimiento de las economías ilegales, que no sólo rodean a las Lomas de Villa María del Triunfo, sino a muchas más alrededor de la capital. “Las lomas fascinan, pero también preocupan”, acota él. Por eso, para hacerle frente a las actividades que representan un peligro para ellas,—y por ende para la flor—,cree que el desafío es que se comprenda la complejidad de estos ecosistemas cambiantes, y que los factores que las afectan son muy variables. Por ende, las lomas deberían protegerse integralmente, yendo más allá de lo ambiental e incorporando el enfoque social, económico y político que involucre a todos los actores.

A la derecha, Roobert Jimenez, biólogo peruano. Foto Cortesía.
“Sin flor de amancaes no hay Lomas”, reconoce Jimenez, quien hace más de 25 años quedó encantado por el color de los amancaes. Pues más allá de su belleza y valor ornamental, cumplen un rol clave en el ecosistema. Son “flores pioneras” que anuncian el inicio de la temporada verde en las lomas. En medio de la neblina, la forma de sus hojas y flores favorece la captación de agua y retención de humedad que luego nutre los suelos que empiezan a darle vida a otras plantas. En algunas lomas sus semillas son fuente de alimento para animales como la vizcacha o la perdiz andina, quienes también ayudan a dispersarlas. Según Roobert, los amancaes son de las flores más preparadas ante el cambio climático, somos las personas quienes no podremos adaptarnos rápidamente a estos desajustes. Hubo años en que la flor no apareció en las lomas, pero tiempo después volvió, porque sus bulbos resisten dormidos en la tierra esperando climas óptimos. El ecosistema de lomas costeras lleva evolucionando más de 2 millones de años. Debemos ver las flores como un relicto de algo más grande que existió, así serán un recordatorio de lo frágil que es todo, pero sobre todo, los seres humanos.



Al llegar a la cima, podemos apreciar los últimos amancaes de la temporada. Muchas personas muestran sorpresa, comentan que pensaban que era más pequeña o que desconocían su olor tan particular. Algunas se detienen un momento a tomar fotos con sus celulares. Las flores ya no se pueden extraer ni llevarse en las cintas de los sombreros, pero eso está bien. Al descender nos espera un festival en la explanada, se oye el sonido de canciones criollas, algunas personas compran comida y otras participan de las dinámicas que ha armado la Asociación Lomas de Paraíso. Entre ellos, se encuentra Andrea, quien dirige y anima a las personas desde el micrófono. Muchos de los integrantes de la Asociación son naturales de otras provincias como Puno, de Arequipa o de la Amazonía.
“Somos de diferentes comunidades que nos hemos juntado y en un solo espacio cuidamos este lugar que es nuestro segundo hogar”, cuenta. Aunque no comparten orígenes, compartimos un lugar y un propósito: la conservación de las lomas. De hecho, la inauguración de temporada de cada año, es un pretexto para el reencuentro de su comunidad, donde nuevos y antiguos miembros se dan la mano y bailan en una ronda alrededor de los Sikuris. Observar el optimismo, diversidad y fuerza de las organizaciones que protegen estos ecosistemas siempre es inspirador, aunque haya tiempos en que sus esfuerzos son más o menos visibles, persisten, al igual que la flor que protegen. Al brotar cada año, los amancaes demuestran una gran adaptación al entorno, tal vez por eso son el símbolo de una ciudad de migrantes como Lima, porque a pesar de que ya no exista la Fiesta de San Juan, definitivamente hay tradiciones que no dejan de forjarse alrededor del amancay para que siempre vuelva a florecer.
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